Estudios anteriores ya habían demostrado que el acto de comer provoca que ciertas células de la pared intestinal produzcan una hormona denominada oleoiletanolamida (OEA). Cuando se administra como fármaco, la OEA reduce el apetito, disminuye el colesterol en la sangre y favorece la pérdida de peso.
En esta investigación reciente, los científicos descubrieron que las grasas ingeridas en nuestra dieta son las que provocan la secreción de OEA. Las proteínas y carbohidratos no tienen el mismo efecto, aunque se sabe que las proteínas regulan el apetito de otro modo.
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